NUNCA ES DEMASIADO TARDE, PRINCESA de Irene Villa
OPINIÓN DE JOSEPH B MACGREGOR
En “Nunca
es demasiado tarde, princesa”, Irene Villa nos ofrece
una crónica sobre el afán de auto-superación, a través de la
narración de siete vidas que podíamos definir como “ejemplares”,
que invitan tanto a la reflexión como a la acción del lector. Cada
una de estas semblanzas nos invita a movernos, nos dice que cambiar
es posible sí se quiere y sí se tiene ganas y afán de superación.
Sin
embargo, “Nunca es demasiado tarde, princesa” no es un
canto al individualismo; nos estamos ni caminamos solos. Con
frecuencia las personas que se encuentran a nuestro lado o con las
que ocasional y afortunadamente nos topamos, nos pueden dar la pista,
encender la chispa adecuada, guiarnos o simplemente ayudarnos en
nuestro camino de auto-crecimiento interior. Incluso podemos hallar un enorme consuelo en animales de compañía,
una amistad que, según dicen, nunca defrauda. Así, aunque los
protagonistas las siete historias que nos regala este libro adquieren
la calidad de héroes cotidianos, lo cierto es que el conocer o
encontrar a la persona crucial en el momento adecuado resultó para
todos ellos sumamente esclarecedor y beneficioso para su evolución
personal.
Narrativamente,
“Nunca es demasiado tarde, princesa” funciona tanto como
libro de relatos o historias breves, como novela y como texto de
auto-ayuda o reflexión personal. Estos tres niveles de lectura
aparecen perfectamente nivelados y ensamblados, de tal modo que el
mensaje nunca se come a la historia ni viceversa. Los siete textos
aparecen unidos por un vínculo común en forma de leve trama
argumental: cada una de las que personas que protagonizan las
historias resultan ser los invitados a una barbacoa, organizada por
la propia Irene Villa y su marido en su hogar familiar. Sin embargo,
estos no sólo son amigos o amigas de la pareja, sino que también
mantienen algún tipo de relación personal entre ellos. De este
modo, la protagonista de una de las historias puede conocer a un
hombre fundamental en su vida, que aparece en dicha narración como
personaje secundario, pero que posteriormente se convertirá en
protagonista de su propia peripecia personal.
Semejante
opción estructural se traduce en un texto sólido, que no deja
ninguna pieza suelta ni ningún círculo sin cerrar, profundamente
convincente y veraz, que sabe conmover y emocionar sin cargar las
tintas o sin utilizar fáciles “trucos” de guión. La emoción
surge en el lector porque lo que se nos cuenta rezuma autenticidad
por los cuatro costados; nos conmueve porque de alguna forma todos
podemos sentirnos reflejados o identificados con cada uno de los
protagonistas de estas historias. De igual modo, estos se nos antojan
muy cercanos porque se nos aparecen como familiares o fácilmente
reconocibles o identificables con personas que conocemos o que se han
cruzado por nuestra vida en alguna ocasión, por lo que la conexión
con lo más íntimo de nosotros mismos está prácticamente
asegurada.
Se trata
por tanto de un libro de lectura esperanzadora y positiva, pero a la
vez muy realista y humano; no es más que un problema de voluntad y
de quererse a sí mismo, de no permitir que los grandes conflictos o
penalidades que a veces invaden nuestra vida nos impidan crecer ni
caminar hacia delante; que todo se puede superar, que cambiar lo que
no nos gusta de nuestra vida, lo que nos perjudica o nos
auto-destruye no es difícil sí nos empeñamos en ello y emprendemos
pronto la tarea.
JOSEPH B MACGREGOR
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