Las Malas de Camila Sosa Villada


 Un año después de la publicación de «El Viaje Inútil» aparece «Las Malas», primera y única novela, hasta el momento, de Camila Sosa Villada. Precisamente, en el ensayo anterior ya nos daba unas pistas sobre qué consistiría, cómo enfocaría y que temas abordaría en un proyecto futuro:

Quisiera también escribir a todas esas travestis que conocí de joven. […] Pero escribirlas a todas, su hermosura, su fealdad, su violencia, sus ropas y las noches que nos ampararon en ese bosque en que nos conocimos. Esa poesía de la prostitución, de las noches acostándome con clientes en las barrancas del parque, escondiéndome de la policía y las canaletas de agua, enamorándome cada noche de un cliente diferente. (El Viaje Inútil. Pág. 89. La uÑa RoTa&DocumentA/Escénicas).





Pero Camila no nos ofrece una autobiografía sin más ni una suerte de crónica testimonial o periodística, fría y objetiva, sino que parte de su propia experiencia para ofrecer una obra de una personal poética, pero describiéndola y mostrándola de una manera nada idealizada; sin eludir, esquivar ni ocultar los aspectos o momentos más tristes dolorosos y duros vividos en propia piel; sin suavizarlos tampoco; explícitos y violentos, sucios y miserables, tal y como sucedieron, pero sin recrearse en la sordidez; evitando, en todo momento, caer en el morbo o en la pornografía fácil al aportar un punto de vista lírico y mágico de la miseria o de la prostitución.


La evocación de un tiempo que ya no existe aparece teñida de una nostalgia amarga o dolorosa, visceral y sincera, pero implícita de una clara reivindicación de un colectivo silenciado, molesto e invisible al que, por fin, se le da voz y visibilidad a partir de una de las protagonistas, de una narradora prostituta trans/travesti, no de un personaje inventado o creado por un escritor/guionista, como de costumbre:

Todo lo que las prostitutas ofrecíamos y quedaba por fuera del acuerdo con el cliente, ese regalo hecho para ellos, todo lo que no entraba en el comercio, los amores repentinos, fugaces, las palabras dichas sin control, todo nuestro pasado que era puesto en juego,, todos nuestros deseos, lo que pasaba en nuestro pensamiento cuando estábamos ahí, concretando un negocio, una transacción como esa. Eso también quiero escribirlo. […]Escribir sobre esas travestis como las últimas revolucionarias además de los amantes y también como la última bohemia que conocí. Y la última poética que parte de algo tan inesperado como las zonas rojas y una comunidad tan marginada que hemos sido las travestis. Esto es el equilibrio del que hablé antes. Es necesario poner en palabras esa pieza que falta en el inconsciente colectivo. Y Develarlo, ponerle palabras a eso para que la gente lo lea y lo escuche (El Viaje Inútil. Pág. 90. La uÑa RoTa&DocumentA/Escénicas).


Nada suena improvisado, caprichoso o gratuito. Todo tiene un sentido, un porqué. Y lo que cuenta y como lo cuenta no resulta empalagoso, ni excesivo, ni indigesto sino profundamente hermoso y emocionante,




Camila nos introduce con voz propia en un universo veraz y auténtico, experimentado en cuerpo y alma, de manera descarnada, ubicado en una casa pensión regentada por la Tía Encarna, patrona-travesti, longeva y sabia, pero también madre, consejera, un personaje potente y enorme, que acoge en su hogar a todas las prostitutas-travestis del Parque Sarmiento, compañeras de Camila y a la propia Camila, y que a sus 96 años aún tiene fuerza ilusión y ánimo para criar a un pequeño bebé (El Brillo De Los Ojos) que las chicas encontraron abandonado en el parque. La poderosa figura de la Tía Encarna (a quien siempre percibimos o imaginamos como una mujer) se convierte rápidamente en el centro y motor alrededor del cual gira y se mueve toda la narración. Esto no implica que la voz de Camila, así como sus experiencias y evocaciones, se vean desplazadas en ningún momento por la poderosa personalidad de la Reina Madre de las prostitutas-trans. Así, Camila en «Las Malas» no sólo habla sobre sí misma, sino que la obra se percibe, sobre todo, como una obra coral en la que las peripecias la suerte y el destino de sus compañeras o amigas, con las que comparte hogar y oficio, está muy presente también y componen un porcentaje bastante importante a lo largo de la narración.

Por último, señalar que, aunque es un texto de un marcado realismo, Camila lo mezclar, de manera equilibrada, con momentos, sucesos o personajes (María, la Pájara; Natalí) de un marcado acento mágico, como una suerte de homenaje a García Márquez, uno de sus autores de cabecera, lo que aporta a la narración de una arrebatadora poética y de una irresistible belleza.

JOSEPH B MACGREGOR

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