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Mostrando entradas de marzo, 2024

Los Detalles de IA GENBERG

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  La memoria de nuestra vida está conformada por pequeños detalles: aquella mano que acarició o que rozó la nuestra, la dedicatoria escrita sobre la primera página de un libro que alguien que no quería nos regaló, una frase que provocó una ruptura o inició un romance, la foto amarilla y recuperada de nuestra madre, de nuestra abuela o de nuestra tía favorita. Pero además esos pequeños detalles que la memoria escogió como esenciales no reaparecen por capricho en nuestras evocaciones. Significaron un antes y un después en nuestra experiencia vital, un punto de ruptura, un nuevo comienzo. Pequeños gestos, palabras, conversaciones, textos, lecturas, películas, discos, canciones o poemas aparecen engarzados a una historia de amor o de desamor, a una experiencia maternal dura, difícil o complicada, o a la vivencia de una amistad inolvidable, especial y única, diferente al resto. Y, como consecuencia, estos pequeños detalles surgen, se prenden, se encienden en nosotros, como “la chispa ad

FORTUNATA Y JACINTA

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Homérica.    Creo que Fortunata es un personaje literario sublime, a la altura de Ana Karenina, Kathy de Cumbres Borrascosas, Ana Ozores, Emma Bovary, Carmen, Escarlata, etc. Absolutamente arrebatadora en esa mezcla de candidez y visceralidad, de puro instinto salvaje, de rebeldía. Amar hasta la locura.  Un porcentaje alto de la novela se centra en la imposibilidad de Fortunata de vivir el amor con libertad y la presión y el maltrato a la que está sometida por parte de todos los que la rodean.   Es alucinante como cuida Galdós a cada uno de los personajes (cada uno podría protagonizar su propia novela), como describe ambientes, escenarios, los trayectos por las calles, como describe una época.   Además, creo que la novela refleja muy bien las maneras diferentes que los hombres podemos tener de relacionarnos sentimentalmente con las mujeres. Cada hombre que se relaciona con Fortunata va con un micromachismo incorporado. No sé si era esta la intención de Galdós, pero yo lo he visto basta