TODAS LAS PALABRAS QUE NUNCA APRENDÍ de M. Carmen Orcero







Todas Las Palabras Que Nunca Aprendí” (Colección “El Refugio”, Ediciones La Huida, 2019) última novela de la escritora M. Carmen Orcero (San Fernando, 1965), provoca un efecto en mí que sólo lo consiguen las buenas historias: sentir cariño por cada uno de los personajes que se pasean por las páginas; y eso sucede por la sensación de cercanía, de autenticidad que destilan cada uno de ellos; perfectamente reconocibles, personas, como tú y yo, de carne y hueso que se equivocan, cometen errores, sufren y padecen, lloran y ríen. La profunda empatía que me provocan llega hasta el punto de querer ralentizar la lectura intencionadamente, para así abandonarlos lo más tarde posible; como si una vez que han entrado en tu vida no quisieras que se fueran jamás. Esto sucede, no sólo porque están extraídos de una experiencia real - la inmigración de españoles en los años 70 a países europeos; en este caso, a Holanda - , si no también porque la autora se ha ocupado de dotarlos de entidad, sin juzgarlos nunca, consiguiendo además que podamos entenderlos. Al fin y al cabo, ante cualquier conflicto cada persona reacciona o actúa de manera distinta, cada cual tiene sus razones y el lector sabe en todo momento cuáles son. La autora nos expone siempre los cómo, cuándo y por qué de cada personaje, para así entender y empatizar mejor con sus dudas, miedos y contradicciones. 
Y esto se consigue, cimentando la trama en  una sólida estructura narrativa y manejando con inteligente habilidad la alternancia de diversos puntos de vista. Ambas opciones enriquecen cada uno de los sucesos narrados, dotándolos de una mayor objetividad, pero fortaleciendo también a cada uno de los personajes implicados en ellos. Adquiere así la narración una densidad innegable, un peso específico, una hondura que emociona y no deja indiferente al lector, en la que no sobra ni falta nada y en la que cada detalle tiene una razón de estar y de ser.
Como consecuencia de lo anterior, el lector no pierde jamás el interés por lo narrado, pero no sólo por esas inteligentes opciones narrativas, si no también porque la autora maneja un cierto suspense - la sensación de que no todo es tan simple o tópico como parece - que nos motiva a continuar leyendo. Por ejemplo, al principio da la impresión de que se nos ofrece la típica crónica de aspiraciones costumbristas sobre la emigración a países europeos de españoles en los años 70, ya tratada en la literatura (“Diario de un emigrante” de Miguel Delibes, aunque el protagonista emigra a América), en el cine con desigual fortuna (“Un franco, catorce pesetas”; “Vente a Alemania, Pepe”, “Españolas en París”) o en series de televisión (“Las invasoras”; Capítulo 4 de la temporada uno de “Cuéntame”). Sin embargo, conforme avanzamos en la lectura nos percatamos que es la excusa para hablarnos de temas más profundos como la necesidad de encontrar nuestras raíces, la reconciliación (con uno mismo, con la familia, con el pasado) o como la muerte de un ser querido puede alterar por completo la existencia de los más cercanos. También es una historia que habla de las oportunidades perdidas, de lo difícil que resulta tomar la decisión adecuada. Muchos temas pero perfectamente situados a lo largo de la narración, que avanza con agilidad gracias a una prosa nítida y muy cuidada que te lleva de la mano por donde quiere.

(C) Joseph B Macgregor



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