TENGO LOS ÓVULOS CONTADOS de RAQUEL SÁNCHEZ SILVA





OPINIÓN DE JOSEPH B MACGREGOR

Sin duda, lo más interesante de "Tengo los óvulos contados", la última novela de la periodista y presentadora de televisión Raquel Sánchez Silva es la perspectiva, a través de la cuál, ha optado por contar su historia. Un tema tan interesante y complejo como el problema que padecen en la actualidad muchas mujeres entre los 35 a 40 años de edad, que no consiguen quedarse embarazadas, ya que a esas edades su organismo posee menos óvulos fértiles que cuando son eran más jóvenes. La novela aborda ademas todos los problemas de presión social, psicológicos o de baja autoestima (por citar tan sólo algunos de ellos) que el problema de la afertilidad de estas mujeres lleva aparejado. Para abordar tan espinoso tema, la autora podía optado por contar la historia bajo el punto de vista de una mujer que desea ser madre y no puede serlo. Sin  embargo, la presentadora de #Likes (Canal #0 de Movistar plus) prefiere narrar su historia a partir de un ginecóloga llamada Miranda, que debe lidiar cotidianamente con mujeres, que sintiéndose todavía jóvenes, evidencian, a partir de los resultados de los análisis o pruebas a las que han sido sometidas, que tienen poca o ninguna posibilidad de quedarse embarazadas:


"Mi gran lucha en el despacho es hacer entender a las mujeres que pasan por allí que su <<edad biológica>> no tiene por qué corresponder con la edad de sus ovocitos, o lo que es lo mismo, su calidad." (P.P. 21)

Para dar solidez y una buena base a la novela, Sánchez Silva se ha documentado mucho y, sobre todo, se ha entrevistado con ginecólogos /as  y por eso el texto respira autenticidad por los cuatro costados.

Miranda nos cuenta algunos casos concretos con los que tiene que lidiar constantemente en su consulta, a la que acuden no sólo mujeres desesperadas por ser madres sino también parejas, en las que tanto ella como él llegan bastante tocados por el hecho de que el embarazo no llegue, a pesar de haberlo intentando de mil maneras. La ginecóloga es vista por sus pacientes como la única que puede conseguir, a través de la reproducción asistida, el milagro del "embarazo salvador". El que sus pacientes depositen en ella tantas expectativas le provoca cierto cansancio y stress. Miranda se nos presenta como una excelente profesional pero,sin embargo, aparece como una persona en constante estado de tensión, siempre bajo presión, aspecto éste que la dota de cierta humanidad y autenticidad.  Así, la narración y descripción de los diferentes pacientes que acuden en su consulta, se complementa con diversos problemas de su vida personal, principalmente la conflictiva relación que mantiene con Olivia, su hija adolescente. La doctora ha criado sola a su hija, ya que el padre desapareció de su vida un par de meses antes de que el bebé naciera. Olivia está en en esa edad en la que se cree que lo sabe todo y en la que se considera mejor informada que su madre en temas de relaciones sexuales o en el de la posibilidad o no de quedarse embarazada.  




Como señale anteriormente, no nos encontramos con un ensayo novelado sobre reproducción asistida, sino que la autora intenta  ir mucho más allá, ya que habla sobre todo de la presión social a la que son sometidas muchas mujeres de cierta edad cuando ven que sus amigas, hermanas, compañeras de trabajo, familiares, etc se quedan embarazadas y ella no. Existe una especie de falsa creencia en algunas mujeres de que si no son madres no son mujeres completas; de ésta y otras ideas equivocadas habla también "Tengo los óvulos contados"Para Miranda, el famoso instinto maternal no existe, sino que un producto social o cultural, algo que se ha imbuido a las mujeres a lo largo de los siglos pero que no existe como tal. Curiosamente, cree mucho más en el instinto paternal, como demuestra el caso de Lola y Marcos, en el que este presunto instinto paternal es el que finalmente salva la situación de la ansiosa pareja.

En ese sentido, la novela funciona mejor cuando adopta - a través de la voz de Miranda - el tono de una crónica de periodismo de investigación centrado sobre la reproducción asistida, que cuando se desvía en las angustias de la protagonista ya que éstas, desde mi punto de vista, no consiguen traspasar el papel, ni interesarme lo suficiente. Miranda se me antoja una persona triste y un tanto amargada, demasiado sensible para el trabajo que desarrolla ya que se siente constantemente frustrada cuando no puede cumplir las expectativas "milagrosas" que le exigen sus pacientes. A pesar de contar con el apoyo incondicional de un compañero de trabajo gay, da la impresión de que en su vida existe un vacío emocional, que no lo llena ni cuando ejerce de madre con su hija Olivia ni su trabajo. Representa muy bien a muchas mujeres actuales a las que ni la vida laboral ni la personal consiguen llenarlas lo suficiente. Pero aunque el personaje de Miranda pueda considerarse como representativo de un tipo de mujer trabajadora española y me parezca bien desarrollado por Sánchez Silva, el tono sobrio, frío y algo monótono de la narración,no consigue apasionarme ni que empatice con la protagonista cuando habla de sí misma. 

Curiosamente, ese enfoque distante sí beneficia aquellos momentos en los que Miranda nos habla de casos reales de pacientes que desean ser madres o cuando aporta datos curiosos sobre la  (o la creciente perdida de óvulos) de las mujeres maduras. La novela resulta eficaz y clarificadora además a la hora de derrumbar falsos mitos sobre la concepción milagrosa, la edad ideal en la cuál una mujer puede quedarse embarazada, qué ciclo del mes es más aconsejable para la concepción , o sobre la falsa creencia que gracias a la reproducción asistida cualquier mujer que lo desee puede quedarse embarazada con total seguridad, ya que no en todos los casos es así. Por último, me parece muy interesante que la autora subraye que una mujer que consigue ser madre no es en absoluto una mujer incompleta y que con frecuencia la presión social es fuente de frustraciones al crear en ésta falsas expectativas o vanas ilusiones.  

Pero sucede lo mismo cuando un hombre opta la soltería o cuando una persona se niega a sacarse el carnet de conducir...y lo sé por experiencia.

JOSEPH B MACGREGOR


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