JEAN-PIERRE MELVILLE de Carlos Aguilar
JEAN-PIERRE MELVILLE de Carlos Aguilar
Opinión de Joseph B Macgregor
Gran conocedor y
estudioso del <<cine-bis>>; aficionado a los
realizadores-francotiradores; colaborador del espacio televisivo "Historia
de nuestro cine" y del fanzine Cinema-Bis; cazador
de rarezas; rescatador de films olvidados; inventor de la mítica "Guía
del Vídeo-Cine" (tabla
de salvación del cinéfilo de los 80 cuando aún no existía <<FilmAffinity>>); especialista
en el spaghetti western; autor de novelas del Oeste, el inefable Carlos
Aguilar, emprende la compleja tarea - tras un espléndido libro sobre Jesús Franco, también publicado en <<Cátedra
(Colección Signo e Imagen)>> -
de desentrañar los entresijos de un realizador transcendental en la evolución y
fortalecimiento del cine policíaco francés de género, <<El Polar>>: Jean-Pierre Melville, cineasta
de personalidad “peculiar” y que cuenta con una filmografía tan irregular como
corta - trece películas en veinticinco años -; varias pueden considerarse como
grandes obras de culto del Polar Francés ( y del cine en general).
Nacido como Jean Pierre Grumbach, (París; 20 de octubre de 1917 -
ídem; 2 de agosto de 1973), cambia su apellido por el de Melville, movido por su admiración por el escritor Herman Melville (Nueva York, 1 de agosto de 1819 –
ib., 28 de septiembre de 1891); más por "Pierre y las
ambigüedades" que por "Moby
Dick”. Ya de muy pequeño lo tuvo
claro: "Quiero ser director de cine", afirmaba con rotundidad. Cinéfilo
impenitente, de niño llegó a pasarse más de 9 horas viendo películas en una
sala de cine. Su educación cinéfila se forjó con las grandes películas
norteamericanas de la edad dorada de Hollywood, - el western y el thriller eran
sus géneros favoritos - mucho más que con el cine de su país, que le
desagradaba profundamente.
Como de costumbre – sucedía así en sus estudios sobre Sergio Leone, Clint Eastwood o el ya citado sobre Jesús Franco (Los tres para <<Signo e Imagen>>) – Aguilar no se limita a realizar un análisis crítico sobre la filmografía de Melville, sino que además se ocupa del personaje en cuestión: un hombre de mal carácter, difícil de tratar, misántropo, solitario, individualista, misógino; en definitiva, un sujeto con un universo propio y una mirada personal nacida de una impenitente cinefilia, rasgos presentes en todas sus películas en mayor y menor medida. De hecho, a Melville no le interesaba para nada el realismo en su cine, sino que sus guiones y sus películas son producto del cine norteamericano del cual se nutrió en sus largas jornadas cinéfilas. Sus argumentos o tramas se desarrollan en un “territorio Melville”, que tiene más que ver con el cine negro americano que con la visión realista del mundo del hampa esgrimida por sus coetáneos europeos o norteamericanos. Son piezas sobrias, que destilan un brutal nihilismo y pesimismo sobre la naturaleza humana; la traición suele ser el gran tema de muchos de sus films. No hay lugar para el amor ni para el sentimentalismo, ni siquiera para el erotismo, aunque siempre aparezca en sus películas un night-club o piezas de jazz, junto al cine, su otra gran pasión.
Su
personalidad individualista y autodidacta se evidenció en una producción
cinematográfica irregular; algunas películas se terciaron en condiciones paupérrimas,
auto-financiadas por el propio Melville,
lo que no siempre se tradujo en buenos resultados ni críticos ni a nivel de
taquilla, mientras que en otras ocasiones surgieron unas obras potentes, que
afianzaron su prestigio como realizador fundamental del Polar Francés. De igual
modo, sus películas ayudaron mucho al fortalecimiento de las carreras de
actores tan importantes del cine de su país como Jean Paul Belmondo, Lino Ventura o Alain Delon. O consiguió interpretaciones insólitas de actores tan
emblemáticos e internacionales como
Bourvil, Gian Maria Volonté, Yves Montand, Simone Signoret, Paul Meurisse o
Jean-Pierre Cassel.
Tanto por el jugoso anecdotario en torno a la gestación de cada
una de las películas, que engloba también su (mala /terrible) relación con sus
actores, como por el análisis crítico – en general, bastante certero – de los
trece films de Melville el trabajo
de Aguilar resulta a todas luces
excepcional, siempre interesante, nunca redundante. Su profunda admiración por
el director de El Silencio de un hombre, Círculo Rojo o El Ejército de las Sombras,
no impide que el análisis de los films se traduzca en un texto inspirado por un
fanatismo cegador, sino muy al contrario, el autor destaca aquellos elementos
que considera dignos de reseñar, elogiar o subrayar, pero también describe
errores, desaciertos, aspectos mediocres o directamente ininteligibles de
aquellos films que no son de su agrado o que considera equivocados dentro de la
siempre apasionante carrera de un realizador tan inclasificable y complejo como
Jean-Pierre Melville.
JOSEPH B MACGREGOR
Genial reseña, enhorabuena!
ResponderEliminarEstoy entre adquirir este y otro titulado "Crónicas de un samurái", de Jose Francisco Montero. ¿lo has leído o tienes referencias? Por lo que he encontrado en internet, parece que ese profundiza más, pero no lo sé...
Un saludo!