MADRID 1605 de Eloy M. Cebrián y Francisco Mendoza


OPINIÓN DE JOSEPH B MACGREGOR

Madrid 1605 combina algunas de las constantes de la moderna novela de aventuras e investigación  histórica con una suerte de making-of  de El Quijote, que se traduce finalmente en una historia entretenida, de lectura agradable y fácil digestión, muy eficaz y amena. 


Escrita a la par por el novelista, licenciado en Filología Inglesa y catedrático de secundaria albeceteño Eloy M. Cebrián,  y el especialista en coleccionismo  de libros y  bibliofilia Francisco Mendoza, la novela alterna dos tramas, una ambientada en la actualidad y otra que sucede en el Siglo de Oro español, que se completan la una a la otra pero que, desde mi punto de vista, presentan un interés desigual:

Erasmo —un excéntrico profesor jubilado, entusiasta de la literatura de los Siglos de Oro— convence a su ex alumna Pilar para que emprendan una aventura en apariencia desquiciada: encontrar el manuscrito del Quijote cervantino. Para ello habrán de seguir un relato donde se narran las vicisitudes de un tal Miguel de Cervantes, el robo de su novela sobre un hidalgo de La Mancha y la intervención en el asunto de otro escritor llamado Lope de Vega. Pero lo que parecía ser una apacible indagación entre bibliotecas y bibliófilos pronto se convertirá en una peligrosa aventura de final imprevisible. Alguien más se halla sobre la pista del manuscrito, y parece dispuesto a todo para conseguirlo. (Argumento de Algaida Literaria)


Así, las peripecias del excéntrico jubilado y su ex-alumna en el Madrid actual, en torno al documento que puede llevarles hasta el manuscrito original de El Quijote, se alternan con las del propio Cervantes en compañía de su joven pupilo y futuro yerno (narrador estelar de la historia y testigo en primera persona de los hechos), en busca también del manuscrito robado. La acción situada en el Barroco aparece en un documento que intenta reproducir la prosa y el estilo narrativo de la España de 1605 y lo hace además de manera excepcional y excelente, conservando además el ritmo y la fluidez adecuada. Esto se traduce en una narración de lectura entretenida, divertida y amena, protagonizada por una serie de personajes simpáticos y entrañables. Sus aventuras resultan además lo suficiente motivadoras hasta tal punto que cuando "por exigencias del guión" la acción se corta para dar paso a la trama actual, dicha interrupción nos fastidia bastante.


Los aspectos más destacables de la peripecia ambientada en la actualidad residen en el dibujo y la creación de una pareja protagonista, bastante bien perfilada, y que en el caso de Erasmo, el profesor jubilado, amante de los libros antiguos, me pareció especialmente conseguido. Quizá se nos muestra como un personaje llevado al extremo que, en algunos momentos, roza la caricatura o la parodia, pero lo cierto es que a fuerza de patetismo termina provocando una enorme simpatía en el lector por lo que tiene de anti-héroe; es decir, se trata de una persona normal y corriente que se ve envuelta en un maldito embrollo que le supera. 

De igual modo, resulta curioso que los autores no hayan optado por la típica historia de corte esotérico; es decir: mensajes secretos, de matiz religioso, que hay que descubrir en el manuscrito de El Quijote o un Cervantes interesado en estos temas, afiliado a una logia secreta o masónica; nada de esto (afortunadamente) encontramos en Madrid 1605.





Opino que el problema reside quizá en que los distintos vaivenes que va sufriendo la historia ambientada en la actualidad; las constantes interrupciones y transiciones de una trama a otra, terminan resultando un tanto cansinas. De igual modo, y como ya señalé antes, creo que los rocambolescas situaciones que deben superar Erasmo y  su ayudante - en comparación con las vividas por Cervantes y su joven amigo mucho más estimulantes y divertidas - resultan tópicas y poco convincentes. Entiendo que los autores intentan ajustarse al género de aventuras con trasfondo histórico y por ello deben ofrecer raptos, torturas, personajes malvados y ambiciosos... pero no he llegado a creérmelo del todo. En líneas generales, ambas tramas están muy bien contadas; la narración es siempre ágil y amena; en definitiva: una buena novela que se lee con interés, que merece mucho la pena, pese a ciertas concesiones a la comercialidad que, por otro lado, me parecen lógicas y oportunas. 



Sin embargo, quedarnos sólo en el doble argumento de la novela resultaría a toda luces injusto y superficial ya que en donde reside la riqueza de Madrid 1605 es en su amplitud de miras, o lo que es lo mismo: en los diversos ámbitos que aborda.

Por un lado, nos ilustra de manera sólida y veraz sobre aspectos que tienen que ver con la bibliofilia, es decir: con el apasionante mundo de las grandes subastas de libros extraños, insólitos e inéditos. También describe con especial acierto a toda clase de  "personajillos", asociados habitualmente con el coleccionismo literario; tanto taimados y astutos libreros como   avispados coleccionistas, siempre insatisfechos, en permanente estado de ansiedad,  así como la legendaria figura del "buscador de libros" que trabaja en secreto y a sueldo de excéntricos millonarios.  En ese sentido, los autores demuestran un profundo conocimiento del tema en cuestión, aportando al texto una mayor credibilidad y solidez.






Por otro, el viaje en el tiempo al universo cervantino, reforzado un potente armazón narrativo, resulta de lo más estimulante y de gran interés, de acertada ambientación y ofrece situaciones verosímiles, traduciéndose en un documento fiel del mundillo literario del Siglo de Oro, en el cuál la zancadilla y la puñalada trapera estaban a la orden del día, así como las envidias o celos profesionales, incluso entre escritores de la talla de Lope de Vega o Cervantes. Esta faceta ilustrativa de la novela convive en perfecta armonía y bien integrada con las aspiraciones más lúdicas que ésta evidencia, complementándose y retroalimentándose constantemente la una con la otra de manera eficaz y fluida.



JOSEPH B MACGREGOR 

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