SOCIEDAD Y BARBARIE



SINOPSIS

«Sociedad y barbarie defiende los derechos éticos y políticos de una existencia cualquiera, libre de cualquier esencia histórica que la quiera determinar desde “arriba”. No se trata pues de una incursión erudita en el pasado, del análisis de un momento venerable en la historia del pensamiento. Lejos de esto, se analiza a Marx para pensar de nuevo la coacción espiritual que se ejerce día a día sobre nuestras vidas. Tomando en serio el supuesto envés de nuestra cultura que representa el marxismo, se ha pretendido revisar la ortodoxia de fondo que cohesiona esta región de la Tierra en la que vivimos los que sostenemos una tenaz vocación mundial. La dificultad estriba en que es imposible volver a pensar a Marx, desde las raíces, sin remover un canon metafísico que guía nuestra cultura.» Fuente: Editorial Melusina.

SOBRE EL AUTOR

Ignacio Castro Rey es Doctor en filosofía por la Universidad Autónoma de Madrid, es filósofo y crítico de arte. Influido por la heterodoxia del pensamiento occidental (Leibniz, Nietzsche, Lacan, Deleuze), desarrolla desde hace años un trabajo filosófico en una doble dirección. De un lado, una afirmación ontológica de la singularidad, de su impacto irrepresentable. De otro, una crítica de la violencia microfísica del poder postmoderno. En ambos registros intenta rescatar la potencia conceptual de distintos creadores contemporáneos, de Baudrillard a Badiou, de Agamben a Sokurov. Es autor de numerosas obras, de entre las que destacan: La represión informativa del sujeto (Grama, Buenos Aires, 2011), Votos de riqueza (A. Machado Libros, Madrid, 2007), Crítica de la razón sexual (Serbal, Barcelona, 2002), La sexualidad y su sombra (Altamira, Buenos Aires, 2004), La explotación de los cuerpos(Debate, Madrid, 2002). Fuente: Editorial Melusina.

OPINIÓN DE JOSEPH B MACGREGOR

En Sociedad y Barbarie, Ignacio Castro Rey realiza una revisión crítica de las teorías de Marx a partir del análisis de sus textos principales (Miseria de la Filosofía, La cuestión judia, Líneas fundamentales de la crítica de la economía política, El manifiesto comunista, El capital, La ideología alemana y el 18 brumario de Luis Bonaparte). Sus argumentaciones no nacen de un feroz anticomunismo ni tampoco surgen de un fanatismo  trasnochado o reaccionario, sino que cada una de sus tesis aparecen sólidamente reforzadas y son realizadas a partir de un enfoque de carácter humanista y progresista.

No obstante, Castro Rey parece ser consciente en todo momento de lo incómodo e impopular de algunas de sus afirmaciones o cuestionamientos, debido  a que conceptos marxistas, en su opinión erróneos o mal planteados, son precisamente los que más profundamente han arraigado en el pensamiento marxista actual. Así, aspectos tales como el concepto de clase, el marxismo como una religión, el hombre como individuo exclusivamente atado al trabajo, el sujeto explicado sólo por el contexto en el que se mueve o la supresión del capitalismo para instaurar un orden nuevo (entre otros), conforman todavía gran parte del discurso de corte marxista más radical y combativo.

Castro Rey se opone a Marx cuando éste considera al hombre como un sujeto cuyo único objetivo es el trabajo, condicionado únicamente por las condiciones externas que le rodean. En su discurso, Marx olvida que el hombre es también individuo con pensamiento, espíritu y conciencia. De igual modo, Castro Rey piensa que somos las personas quienes construimos la historia y no al revés. 

"Marx no puedo concebir que el hombre antes de ser <<burgués>> o <<proletario>> no sea un particular - parte de una clase, Un Estado - sino un <<universal concreto>>, una <<universalidad sin concepto>>. [...] Marx aliena la complejidad del hombre desde su raíz [...] enajena la concepción del hombre y de lo real, pues es completamente impotente para pensar el ser de la singularidad." (pp. 87)

Como consecuencia de todo lo anterior, el concepto de "clase" resulta inadecuado e incompleto:

"La clase, como concepto, es sin embargo funesta en cuanto se la idolatriza en una fijeza propia del platonismo. En ese caso, el concepto de clase olvida la intuición de partida, la rica vida individual de la que salió, y genera el desierto en torno a sí, la <<deforestación>> natural y antropológica que acompaña al nihilismo. ¿No es el socialismo real una consecuencia de este nihilismo, de la fe en una clase que tapa al individuo, que permite el absoluto personal? [...] la nación, el sexo, la lengua, la religión son tan importantes para la identificación - siempre más o menos policial - de la clase social a la que se pertenece. "  (pp. 111 y 112)

De igual modo, Capitalismo y Comunismo actualmente parecen las dos caras de una misma moneda:

"¿Es sólo una exageración decir que, a pesar de sus evidentes excesos circunstanciales, el espectro del "Manifiesto Comunista", con su canto desorbitado a la modernización y al progreso histórico, guía secretamente la velocidad liquidadora de este neocapitalismo bursátil, espectacular, <<postfordista>>? (pp. 121)

¿Y de qué modo han arraigado algunos de estos conceptos en la sociedad actual?. Castro Rey nos aporta algunas pistas a ese respecto:

[...] aunque el proletariado se haya disuelto entre nosotros, a cambio se ha materializado  esta máxima: ¡Consumidores de los países avanzados, uníos! De la clase elegida a la sociedad elegida.

[...] Desde entonces, nuestra tendencia democrática a identificar, a evaluar y diagnosticar, esta histeria inquisitorial de la identificación - rojo, facha, homosexual, machista, promiscua - ¿no recibió un formidable impulso con la sociología marxista?

"Lo que se ha llamado <<la ampliación del campo de batalla>>, como fenómeno propio de esta era post-industrial, consiste en una conciencia de clase que ha cuajado en una "conciencia en sí", una individuación masiva donde cada cual rivaliza ante los otros dentro de la clase media.  En esta media de clase cada uno es la <<clase de sí>>: narcisismo de masas.

[...]  De la lucha social masiva, bloque frente a bloque, pasamos a una rivalidad de múltiples direcciones, a una lucha de minorías y clases-basura que se refleja en las redes sociales y también en el éxito de los concursos televisivos más asombrosos." pp. 119, 122, 123 y 124.

Pese a todo, Castro Rey argumenta de que modo y manera la concepción actual del marxismo, como ideología integrada dentro de un proceso modernizador de corte capitalista:

"La naciente ideología modernizadora, común a la derecha y a izquierda, permitirá que el marxismo sea integrado como gran reformador, motor "alternativo" de nuestra cultura progresista, de esta alianza de desarraigo y comunicación, de aislamiento y socialización que caracteriza nuestra expansión mundial." (pp. 136)

"Curiosamente, lo que nace como una virulenta doctrina crítica se convierte poco a poco en "reformadora" del capitalismo. Reformadora de puertas adentro y subversiva de puertas afuera. [...] Particularmente en el Oeste, la revolución marxista ha triunfado en esencia continuando la labor niveladora del capitalismo, cosa que la torpeza de la burguesía no podía hacer sola." (p.p. 178)

En definitiva, Castro Rey pasa por el filtro del pensamiento humanista la doctrina marxista y ésta no sale demasiado bien parada  ya que ésta presenta, en su opinión, "una concepción esquemática del hombre que, al dejar fuera su alma y su rostro singular, vale para cualquier sitio".


JOSEPH B MACGREGOR

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